Paradojas

sábado, 11 de junio de 2016

Regalo de otoño




Alzó los párpados y el dorado de las últimas hojas reflejó en sus ojos estrellas de sol.
Las hebras cenicientas en su cabeza hablaban de años y sus manos ajadas de soledad. Nunca tuvo hijos y él  había partido. Con lento gesto  se ajustó la gorra mientras sus pies descalzos palpitaban nervaduras secas en el sendero, alejándose del pueblo.
Ensimismada se dejó llevar por sus emociones y al darse cuenta, ya estaba en lo más profundo del bosque, casi al pie del cerro. Miró a ambos lados, desconcertada…
Le llamó la atención un ruido extraño bajo un pino, en un colchón de hojarasca. Se acercó temblando y presa de pánico por un momento, miró dulcemente al bebé que gemía.
Lo tomó en sus brazos meciéndolo, susurrando versos  no aprendidos aún  al desandar el camino a su casa.




Y despúes de tantos días los saludo desde mi juventud en otoño