Paradojas

lunes, 3 de octubre de 2011

Volviendo del pasado


Con emoción escribo sobre esta etapa de la reunión con las que fueron mis compañeras. Una breve reseña, si se quiere, donde conjugan los sentimientos. A la luz de otro sol.


Bajo del tren. Añorado tren. Y los pasos se sumergen en calles olvidadas, con veredas ya no reconocidas y  jardines nuevos…Un paso sigue al otro y me llevan hacia el pasado.
Cuarenta y dos años de distancia, de todas las distancias. Una reja que esta vez, invita, una cara que surge de las fotos en blanco y negro con un abrazo profundo hecho sonrisa. Con los mismos rasgos, los gestos apenas se insinúan en una esencia permanente de aquella otra vida.
Algunas ya esperan y esa espera se hace preguntas: ¿A que no sabés quién soy? Yo te hubiera reconocido en cualquier lado (a veces el tiempo es benigno) Y explicar…como se recorre tanto y tan poco; como la memoria se atosiga de visiones diferentes; por qué las huellas van borrando los senderos y al mirar atrás ya se han perdido. Cómo…
¡Ah!...cuadro de honor, cabellos al vuelo (¿sea acuerdan del shock de Susana Gimenez?) y alta, lo que suponía una traba (antes era relevante); aquella genio de mate (y yo me copiaba) y la otra cantaba; y ella era callada. ¿Te acordás cuando…? Y las fotos, esta vez en color. Y tal vez nos volvamos a ver. Te  escribo. Te llamo.
Otras que llegan. Abrazos  y ternura. Y sólo una visión entrevista de destinos. Y las que ya no están. Y las lejanas.
Los pasos se acomodan a la memoria y transitan por un momento, en el ayer del hoy. Pero sólo un momento. En realidad lo que es y lo que pudo ser, sólo dan arañazos de encuentro. No hay simultaneidad posible. Hogares, empleos, hijos, nietos, rutinas, emociones, proyectos, vivencias. Volvemos al hoy que tironea.
Los recuerdos  se amontonan como castillos de naipes que se van cayendo poco a poco, al atardecer, cuando el sol de este día desaparece en el horizonte, detrás de la sucia ventanilla de ese tren, que me aleja y me acerca. Que me devuelve mi presente.